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Harrods, Buenos Aires, Argentina

  • Foto do escritor: Fotografia e Nostalgia
    Fotografia e Nostalgia
  • há 7 horas
  • 6 min de leitura

Tienda Harrods en Buenos Aires / Data e autoria não obtidas.

La actividad de las vendedoras de Harrods era febril, el movimiento era constante / Data e autoria não obtidas.

Tienda Harrods en Buenos Aires / Data e autoria não obtidas.

Tienda Harrods en Buenos Aires / Data e autoria não obtidas.

Pascua en la tienda Harrods / Data 1926 / Autoria não obtida.

Tienda Harrods en Buenos Aires / Data e autoria não obtidas.

Peluquería que había dentro de la tienda Harrods de Buenos Aires / Data e autoria não obtidas.

Tienda Harrods en Buenos Aires / Data e autoria não obtidas.

La tienda reflejaba la bonanza de un sector de la sociedad argentina y una clase media aspiracional deslumbradas por los productos europeos / Data e autoria não obtidas.

El edificio durante su construcción / Data e autoria não obtidas.

Antigua publicidad de la tienda / Data não obtida / Crédito para Harrods.

Papá Noel pronto para recibir a los niños en Navidad, un clásico de la tienda / Data e autoria não obtidas.

Mujeres durante una visita a la sección exclusivamente dedicada a pieles de la tienda / Data 04/09/1942 / Crédito para Foto Alerta.

El 31 de marzo de 1914 se inauguró Harrods con un lunch al que concurrieron: Dalmira Cantilo de Gallardo, Mercedes Piñero Pacheco de Armesto, Teodolina Alvear de Lezica, Silvia Fernández de Hernández, Hortensia Peco de Ziegner, Ángela Lastra de Bidau y Enriqueta Quirno de Lastra / Data 31/03/1914 / Autoria não obtida.


Harrods, Buenos Aires, Argentina

Buenos Aires - Argentina

Fotografia


Texto 1:

Tienda departamental, símbolo de la exclusividad y el refinamiento, se convirtió en ícono muy arraigado y lugar de reunión de varias generaciones de argentinos. Abrió en 1914, cerró en 1998 y planea reabrir sus puertas.

La sola mención del nombre Harrods dispara recuerdos de una época que pasó. El papá Noel que visitaban las familias en Navidad, la compra del uniforme escolar, su calesita cubierta, las cajas rectangulares verdes y blancas llenas de mentitas, el té de las cinco en el salón del último piso y la peluquería de niños. Las grandes vidrieras sobre la calle Florida, los pisos de madera, sus ascensores de hierro forjado con capacidad de veinte personas y ascensoristas que anunciaban qué se vendía en cada piso, las majestuosas escaleras de mármol y su vasta zona de bazar. Y la posibilidad de comprar en una tienda donde se conseguía absolutamente todo, y en especial, artículos importados. Porque su lema era, "Lo que usted quiere, Harrods lo tiene, lo hace o se lo consigue".

"La casa Harrods era ya una necesidad en esta metrópoli. No podíamos conformarnos con sólo oír hablar de lo que son las grandes tiendas de París, Londres, Nueva York y Viena. Necesitábamos tener algo propio que a la par de aquellas luciese; algo que en una sociedad eminentemente elegante como la nuestra, diese la norma del buen todo... Un establecimiento igual a los que constituyen la meca obligada de las familias argentinas que visitan Europa", escribía Caras y Caretas el 4 de abril de 1914, cuatro días después de la inauguración. Así explicaba lo que la alta sociedad del por entonces granero del mundo venía buscando: un sitio paquete donde la oferta igualara lo que se conseguía en Europa. Sus artículos de lujo apuntaban claramente a las familias que habían hecho dinero con la producción agropecuaria.

Sucursal de la tradicional Harrods fundada en Londres en 1849, unió Buenos Aires con aquella ciudad inglesa a través de una misma marca. Fue la única réplica sudamericana de la tienda londinense. Se construyó sobre un terreno de 6529 metros cuadrados, llegó a tener más de 47,000 m2 de superficie cubierta, siete niveles y subsuelos, y 2000 empleados. Fue una de las obras proyectadas por el inglés Paul Bell Chambers y el norteamericano Louis Newbery Thomas, responsables también del Edificio Thompson lindero a la tienda y de otras que decoraron la ciudad. En los albores de la belle époque argentina, el edificio con fachada sobre la calle Florida inauguró sus dos primeros pisos con un gran festejo organizado por la Sociedad de Beneficencia en que las elegantes damas de buen apellido se convirtieron en habilidosas vendedoras de tejidos, sedas, perfumes, lencería, guantes, corsets, pañuelos, joyas, cintas y puntillas, batones y otras prendas de vestir. Dicen que ese día asistieron 15.000 personas. Solo seis años más tarde y debido a importantes ampliaciones gracias a su éxito comercial, la tienda departamental ocupaba casi toda la manzana de Florida, Córdoba, San Martín y Paraguay. En 1922 se fusionó con la tienda Gath & Chaves de Florida y Cangallo.

Punto de reunión de la aristocracia porteña, los políticos conservadores se citaban en la peluquería de caballeros, revestida en mármol de carrara blanco veteado de gris y negro, inmensos sillones blancos con pies ornamentados en hierro, y ventiladores de palas de bronce y espejos biselados. El té se tomaba en el distinguido salón del último piso, el Tea Room, cuya entrada marcaba un llamativo cartel de bronce.

Allí, entre enormes arañas y columnas revestidas, se citaban las mujeres tras su paseo de compras, o para celebrar todo tipo de eventos: la despedida de una amiga que viajaba a Europa o su recibimiento, la despedida de soltera. Un eficiente sistema de carros primero, y camionetas después repartía las compras en el domicilio del cliente. Junto a amplios y completos catálogos, los envíos también llegaban al interior. Los clientes eran bienvenidos en la puerta principal de Harrods por un hombre de muy baja estatura y uniforme verde. Otro dato: había en el Hospital Británico un puesto de souvenirs exclusivamente con objetos de la tienda para regalar a los internados.

Con los años de la hiperinflación y la desintegración de la economía, la tienda sufrió y no se recuperó. Ya en manos de un conglomerado económico, los pisos fueron cerrando de a poco hasta 1998, cuando bajó las persianas. Algunos intentos por reabrirla fracasaron, y el edificio declarado patrimonio histórico lleva un largo tiempo con sus luces apagadas. Solo se abre ocasionalmente para alojar eventos culturales como Gallery Nights y el Festival de Tango de Buenos Aires. Texto de Constanza Gechter / La Nacion.

Texto 2:

Durante el siglo XX, en la Ciudad de Buenos Aires existió un centro comercial muy exclusivo, que impactó en el paisaje urbano por sus dimensiones, la cantidad de tiendas que albergaba y hasta los espectáculos que organizaba para fechas especiales como Pascua o Navidad, por ejemplo. Su nombre era Harrods.

Ubicado sobre la famosa peatonal Florida al 877, este enorme complejo abrió sus puertas en 1914 y, durante las décadas siguientes, se convirtió en un sitio muy popular, donde se encontraban hasta 80.000 personas cada día.

Sin embargo, después de ocho décadas en funcionamiento, una serie de inconvenientes ocasionó su cierre definitivo hace 26 años y, desde entonces, el gran edificio ha permanecido vacío.

Harrods es el nombre de una tienda departamental británica, que surgió como un simple almacén de Knightsbridge, Londres, Inglaterra, a mediados de 1849, por iniciativa de Charles Henry Harrod.

Con el correr de los años, este simple emprendimiento se transformó en un gran proyecto, que culminó en la construcción de un centro comercial de más de 90.000 metros cuadrados, que aún permanece abierto (bajo otra firma) en la capital europea.

Curiosamente, durante los primeros años del siglo XX, Charles Henry Harrod planeó una expansión internacional y, de esta manera, impulsó, en la Ciudad de Buenos Aires, la construcción de la única tienda Harrods fuera de Inglaterra.

Tras la selección del terreno y la edificación de este centro comercial, el Harrods de Buenos Aires se inauguró, ante una multitud, el 31 de marzo de 1914. Al momento de su estreno tenía solo dos pisos pero, para septiembre del mismo año, completó el diseño de otros cinco, hasta alcanzar un total de siete niveles.

En 1915, esta tienda departamental se expandió sobre la calle Paraguay. Y, durante los años siguientes, se concretaron otras obras similares, hasta cubrir, en 1920, una superficie techada de 47.000 metros cuadrados.

Finalmente, en el marco de sus años dorados, Harrods se fusionó con la firma Gath & Chaves en 1922, experimentó un extenso trabajo de remodelación en 1937 y rompió sus récords de visitas, año tras año.

Sin embargo, una serie de sucesos que tuvieron lugar durante las últimas décadas del siglo pasado, desencadenaron el cierre de este centro comercial, que aún conserva algunos carteles antiguos sobre la calle Florida.

El primer cambio de firmas que tuvo el Harrods de Buenos Aires, así como también Gath y Chaves, sucedió en 1970. Cuatro años después, esta última cerró, y en 1977, la tienda protagonista de esta nota volvió a cambiar de dueño.

En 1985, el mundo se enteró que el Harrods original, de Londres, había sido comprado por un magnate egipcio, que también se interesó en el comercio de Argentina. Poco tiempo después, ocurrieron numerosas luchas legales y, de esta manera, el centro comercial cerró, definitivamente, en 1998.

Tras la desaparición de la tienda comercial, instalada en este edificio de siete pisos proyectado por los arquitectos Paul Bell Chambers y Louis Newbery Thomas, las instalaciones quedaron sin uso.

Sin embargo, durante las últimas décadas, el lugar se acondicionó para organizar pequeños eventos culturales y turísticos como: El ciclo Gallery Nights, en 2003 / La décima y undécima edición del Festival de Tango de Buenos Aires, en 2008 y 2009.

Tras estos encuentros, surgieron numerosas iniciativas para reutilizar los amplios pisos del lugar. Pero, si bien recibieron el mantenimiento adecuado, el ex edificio Harrods aún continúa vacío. Texto de Ignacio Risso / Billiken.

Nota do blog: Data e autoria (quando obtidas) nas imagens.


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